viernes, 29 de junio de 2012

El evento de Pedro III "Apuntes de Ontología de la actualidad"

                                                                                      
     Victor Samuel Rivera
 Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

Revolución con Pedro III

Año de 1763. El opulento reino del Perú recaba informes sobre la situación mundial por los barcos que llegan a Panamá o cruzan por el actual sur de Chile. Pasajeros de los orígenes más extraños hacen de mensajeros del destino. El emperador de Rusia ha muerto. La Gaceta de Lima informa a sus lectores: “Que después de una gran revolución sucedida en Moscovia había muerto el Zar Pedro III, quedando en el trono su mujer Catalina Alexiovna de cuyo suceso (por ser muy extraordinario) se dará relación impresa aparte”[1]. Es la noticia de una revolución; más bien, el aparecer del evento de una revolución. El asesinato de Pedro III era una revolución, pero una que no correspondía con el sentido de la filosofía de la historia ni propia de la modernidad. No era una revolución moderna. Era un hecho político, no un evento moderno. El año de 1763 marca el inicio del último tercio del siglo XVIII, lo revolucionario de la Revolución rusa fue defender ideológicamente, una visión no moderna de lo revolucionario. Siendo este un hito importante, queremos mostrar que la hermenéutica de la revolución, anterior a la modernidad política, puede revelar la naturaleza del acontecer de lo revolucionario en nuestra época, posterior a la modernidad.


lunes, 11 de junio de 2012


LA HERMENÉUTICA REMITIZANTE

HACIA UNA HERMENÉUTICA REMITIZANTE

RESPUESTA AL COMENTARIO DE MEJIA HUAMÁN SOBRE EL DUALISMO METAFISICO PREHISPÁNICO
Mario: Wiraqocha no puede ser Creador
Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía

Esta es una respuesta muy tardía al Comentario del 15 de agosto del 2008 de Mario Mejía Huamán a mi trabajo sobre "Filosofía mitocrática y dualismo metafísico prehispánico". Cada uno ha dejado correr mucha agua bajo el puente y nuestros pensamientos aunque siguen fieles en sus líneas fundamentales se han visto enriquecidos con nuevas perspectivas y análisis que nos distancian apreciablemente. En mi caso estuve tan absorbido por mis propias indagaciones que hace muy pocos meses tuve noticia de su comentario. La verdad es que no he seguido sus escritos por dos motivos: 1. por advertir una adhesión acrítica al concepto eurocéntrico de filosofía, y 2. porque espiritualmente no me atrae su predisposición a asumir el panteísmo naturalista del politeísmo andino. Estas injustificadas dos características (su retroceso al paganismo religioso y la docilidad al magisterio eurocéntrico) las he notado claramente en sus últimos escritos que apenas he tenido tiempo de revisar. No está demás recordar al lector que él con su postura negativa sobre la existencia de la filosofía precolombina forma parte del grupo al que denomino "eurocéntrico", conformado por sus mentores David Sobrevilla y María Luis Rivara de Tuesta.

En su extenso análisis hay muchas cuestiones de detalle histórico y sociológico a la que no entraré a discutir aquí. Prefiero aplicar la guillotina de Occam e ir a lo esencial de su argumentación. Estas son sus objeciones principales que a la letra dice: